Hijo de un barbero español, sus sueños estaban encaminados a convertirse en un gran hotelero. Su primer trabajo en el “Hotel Oriente”, fue humilde pero marcó el comienzo de su fructífera carrera como hotelero y restaurantero. A la edad de los 25 años, en 1948, contrajo matrimonio y decidió instalarse en la Ciudad de México.
Luego de que trabajó en el Tampico Club, con todos sus ahorros y préstamos conseguidos, compró su primer restaurante, “Focolare”, ubicado en la Zona Rosa. A los dos años de su adquisición, construyó un club nocturno, “Jacarandas”, destinado a convertirse en el favorito de la ciudad.
En 1956 colocó la primera piedra del “Hotel El Presidente”. A la vez, inició las operaciones del “Hotel El Presidente Acapulco”, le siguieron el “Hotel Alfer”, cerca de la Alameda Central y en 1960, el “Hotel del Prado”, el más famoso en ese tiempo por su comodidad y banquetes.
Ya como operador del “Hotel del Prado”, ordenó una difícil maniobra: el traslado del mural de Diego Rivera, “Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central”, del salón Versalles al vestíbulo del hotel, salvando de su destrucción la obra artística.
Posteriormente, adquirió el “Hotel St. Regis”, en Nueva York, que vendió al poco tiempo para regresar a México y comprar el “Nuevo Hotel Premier”. En 1962 inauguró el “Hotel María Isabel”, en Paseo de la Reforma, quedando como testimonio de la madurez de la hotelería moderna de México. Con la mira de expandirse, la Cadena Balsa cubrió la ruta México-Acapulco, firmando contrato de operación con el “Hotel Posada Misión”, en Taxco, Guerrero.
Antes de emprender la construcción de “Hotel El Presidente”, en Cozumel, César Balsa celebró contrato para la operación del “Hotel Mérida”, en la ciudad del mismo nombre, que fue totalmente renovado. En Guadalajara, abrió los restaurantes “Focolare” y “Montecarlo”, cerca del Lago de Chapala.
Uno de los más espectaculares ejemplos de eficiencia hotelera se logró cuando en su calidad de presidente de la Asociación Mexicana de Hoteles y Moteles (1963-1964), César Balsa confió a la Nacional Hotelera la preparación del banquete que la hotelería ofreció al entonces candidato a la Presidencia de la República, Gustavo Díaz Ordaz, en la isla de Cozumel.
En determinado momento, César Balsa operó 35 empresas, constituyéndose así en el promotor por excelencia de la hotelería moderna y de la actividad turística de México.